En 1905, un pequeño grupo de creyentes afro-americanos,
hambrientos por un avivamiento, fueron expulsados de la Segunda
Iglesia Bautista en Los Ángeles. Eventualmente, se comenzaron a
reunir en una casa ubicada en la Calle Bonnie Brae, donde el
despertar de un avivamiento y manifestaciones espirituales
comenzaron a atraer a un
gran número de personas. El inigualable líder
de este grupo fue William Joseph Seymour, un
hombre humilde e
inculto, hijo de padres
que habían sido
esclavos. Para Seymour,
el mensaje del momento
era una renovación del
Pentecostés, según la
evidencia de la llenura
del Espíritu Santo, acompañado por el hablar en otras lenguas.Cuando
se esparció la voz de este fuego de avivamiento a través de la ciudad
de Los Ángeles, multitudes de personas comenzaron a llenar la casa en
la Calle Bonnie Brae. Era evidente que se necesitaba un lugar más
grande. Finalmente, encontraron un deteriorado edificio vacante en la
312 Calle Azusa, y lo alquilaron. En el pasado, en ese edificio se había
congregado la Iglesia Episcopal Africana (AME, por sus siglas en
inglés). Sin embargo, la estructura de dos pisos de 40 x 60 pies [12.192
x 18.288 metros] había sido abandonada. Un contratista la utilizaba
para guardar materiales de construcción y como establo para
BREVE HISTORIA
DEL AVIVAMIENTO
EN LA CALLE AZUSAalmacenar heno y proteger el ganado. Pero en unos pocos días, el
sábado 14 de abril de 1906 (con aserrín en el piso, con paja
alrededor del altar y dos cajas de madera como púlpito), se celebró
el primer servicio en la Misión de la Calle Azusa.Desde el inicio
mismo del avivamiento, el toque soberano de Dios estuvo sobre
William Seymour y las personas que lo acompañaron. Durante un
período de tres años, el avivamiento continuó 24 horas al día, los
siete días de la semana. En ocasiones la asistencia sobrepasó las
1,000 personas. Muchas personas de diferentes partes del mundo
llegaron para recibir su “Pentecostés”. Aun antes de llegar al lugar
del avivamiento, muchos ya habían sido tocados por el Espíritu
Santo. Lo que se ha denominado el “avivamiento más grande del
mundo” ha resultado, en nuestros días, en un vasto ejército de más
de 600 millones de creyentes llenos del Espíritu, tocando a cada
nación de la tierra. Participación mundial. Uno de los fenómenos
del Avivamiento en la Calle Azusa fue su increíble poder para
atraer a centenas de cristianos de todo el mundo.
Susurrando vocablos extraños y articulando sílabas que ningún mortal
en su sano juicio lograría entender, la nueva secta religiosa empezó en
Los Angeles. Las reuniones se realizan en la calle Azusa, cerca de la
Calle San Pedro, y los devotos de esta extraña doctrina practican sus
ritos fanáticos, predican las más salvajes teorías y llegan a un estado de
loca excitación. La congregación se compone de gente de color y algunos
blancos, y la noche del vecindario se hace espeluznante por los gritos
de los adoradores que pasan horas balanceándose en una actitud de
oración y súplica. Ellos dicen tener “el don de lenguas” y la capacidad
de comprender el idioma.
Extrañas lenguas de Babel
ASí INTERPRETABA L.A. TIMES LOS ACONTECIEMIENTOSTal declaración nunca fue realizada por ningún grupo de fanáticos,
incluso en Los Angeles, el hogar de incontables credos. Los dogmas
sagrados, tan reverentemente mencionados por el creyente ortodoxo,
son manejados dentro de un modo familiar, sino irreverente, por estos
últimos religiosos.
El ojo de vidrio desafiante
Un Viejo de color, ciego en un ojo, es el líder del
grupo. Con su ojo de vidrio puesto sobre un
creyente sin suerte, el viejo hombre grita desafiante
y reclama una respuesta.
Apretada en el puño del hermano de color, se ve
una Biblia de la que lee con intervalos entre una o dos palabras. Después
de una hora de exhortación, los hermanos presentes son invitados a
unirse a una “reunión de oración, canciones y testimonio.” Entonces es
cuando la formalidad se rompe y los límites de la razón son delegados
a aquellos que están “llenos con el espíritu” sea lo que eso fuere.
“You-oo-oo gou-loo-loo sal del bloo-oo-oo boo-loo”; grita una vieja
madre de color, en un frenesí de entusiasmo religioso. Balanceando sus
brazos salvajemente sobre ella, continúa con la arenga jamás escuchada.
Pocas de sus palabras son inteligibles, y en su mayoría, su testimonio
contiene la más salvaje mezcolanza de sílabas, que son escuchadas con
asombro por la compañía.Dejen que las lenguas vayan al frente
Una de las más salvajes reuniones se dio lugar ayer (17 de Abril), y el
grado más alto de excitación fue alcanzado por la multitud, quienes
siguieron “adorando” hasta casi la medianoche. El viejo exhortador
instó a las “hermanas” a que dejaran que las lenguas fueran adelante y
las mujeres se entregaron a un gran disturbio de fervor religioso. Como
resultado, una mujer pechugona fue abatida de excitación y casi se
desmaya.
A falta de consternación por la actitud valiente del adorador de color,
otra mujer negra saltó al piso y comenzó una extraña gesticulación, la
cual terminó en un borboteo de oraciones sin palabras que fueron nada
menos que shockeantes.
Oro entre ellos
Entre los “creyentes” hay un hombre que clama ser un rabino judío.
Dice que su nombre es Oro, y dice tener buenas posiciones en algunas
de las sinagogas más grandes de los Estados Unidos. Anoche le dijo a
esta congregación de color que él es bien conocido entre los judíos de
Los Angeles y San Francisco y nombró a algunos ciudadanos
prominentes. Oro clama haber sido milagrosamente sanado y es un
convertido de la nueva secta.
Otro orador tuvo una visión en la que veía a la gente de Los Angeles
juntándose en una gran corriente de perdición. Profetizó destrucción a
esta ciudad a no ser que los ciudadanos sean convertidos a la nueva fe.En septiembre de 1906, la
misión de la calle de Azusa
comenzó a publicar un
periódico, la fe apostólica.
Las noticias, los testimonios,
y los sermones de Seymour y
de otros. La fe apostólica era
el instrumento de Dios usado
para esparcir el mensaje
pentecostal alrededor del
mundo.
El periódico llegó a tener una
circulación de 50.000
ejemplares.
Azusa St. y la palabra escrita
El periódico se convirtió en una
cuestión de gran controversia.
Clara Lum y Florencia Crawford
salieron de la misión para iniciar
un trabajo en Portland, Oregon.
Comenzaron a publicar La Fe
Apostólica en su nuevo hogar. Por
entonces muchos creían que sin
permiso, tomaron de la misión las
listas de los lectores a los que
enviaban la publicación
Clara Lum era una taquígrafo que registró
muchos de los acontecimientos de las
reuniones y los transcribía al papel. Ella
era un miembro del comité original en la
calle de Azusa.
Glenn A. Cook también tenía experiencia
anterior en periodismo.
Cuarta Edición: Señales siguen a los pentecostalesRecopilación Marcos Fernández Volpe
Derechos reservados Avivamiento Magazine 2006.
Distribuido porwww.buenasnuevasparaelmundo.com
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